La adversidad, o situación desfavorable, es una parte de la vida necesaria para el crecimiento personal.
La adversidad proporciona una medida exacta de las capacidades y de la motivación que los humanos tienen para transitar por el camino elegido. Es la piedra de toque perfecta de la aptitud y la actitud con que la persona afronta su reto.
Con frecuencia las personas deben enfrentarse a situaciones que, en apariencia, desbordan sus capacidades, que provocan la duda de si será posible superarlas.
Siempre existen dos opciones, darse por vencido y asumir el fracaso, o afrontar la adversidad con entereza y tratar de fortalecerse en el trance.
Muchos aficionados al cine sienten una profunda admiración por Rocky Balboa, personaje de ficción creado e interpretado por Silvester Stalone en una película dirigida en 1976 por John Avildsen. Su perfil es el de un boxeador de escaso éxito, retirado del ring quien por circunstancias se encuentra con la oportunidad de combatir por el título de los pesos pesados. Todas las circunstancias le son adversas, y sin embargo las afronta con un coraje ejemplar, ilustrado por su frase “La vida no es cuan fuerte puedas golpear, sino cuan fuerte puedes ser golpeado sin rendirte”
La resiliencia es la capacidad que una persona tiene para encarar conscientemente la desgracia y salir reforzado de la crisis.
Las bases de este ejemplar comportamiento tienen perfecta explicación en claves psicológicas propias de la resiliencia.
Este valor implica reestructurar el pensamiento en función de las nuevas circunstancias y de las nuevas necesidades que surgen.
La resiliencia no sólo permite superar las adversidades, sino que fortalece a la quien la practica, y provoca un desarrollo de su potencial personal. Puede aprenderse, si bien en muchos casos es necesario alterar algunos hábitos y creencias nocivas que conducen al abatimiento y la derrota.
El principio sobre el que se conjuga esta capacidad es que no existe una vida dura, sino momentos difíciles, que deben ser abordados con buen ánimo e incluso humor.
El conocimiento personal, incluyendo fortalezas y debilidades, facilita acometer metas, que pueden ser ambiciosas, mas plenas de realismo.
Las personas resilientes toman las dificultades como oportunidad de aprendizaje, asumen las crisis y ven más allá de esos momentos con esperanza y constancia. Saben que el futuro dependerá de cómo reaccionen y van a reaccionar de la manera más ventajosa para ellas.
Se centran en los elementos positivos que toda situación tiene, sin obsesionarse con la amenazas y disfrutan con los retos, pues son una medida de las capacidades propias.
Saben que la vida tiene luces y sombras, y que al infortunio suele sucederle una situación más confortable. Es cuestión de saber esperar con serenidad a que se presenten nuevos acontecimientos y oportunidades, y estar prestos para aprovecharlas.
Confían en sus capacidades partiendo del realismo que le otorga el autoconocimiento. Saben lo que pueden hacer bien y lo que no, y se centran en tareas útiles en las que su talento adquiera protagonismo.
No pierden de vista sus objetivos, pues son la expresión del logro y una fuente poderosa de motivación.
Se rodean de gente con actitud positiva y establecen redes de colaboración con otras personas similares, pues saben del potencial de los grupos para el progreso individual y colectivo.
Son flexibles y adaptables. No se oponen al cambio y pueden alterar su estrategia si las condiciones lo exigen, sin perder jamás de vista sus auténticos objetivos.
Son conscientes del presente. El pasado forma parte del ayer y lo aceptan sin sentido de culpa, y el futuro no les altera por su incertidumbre, pues confían en sus habilidades para manejarse con éxito.
Aceptan las experiencias, por crudas que sean, tal y como se presentan, tratando de obtener el mayor provecho del conocimiento que aportan. Saben que para disfrutar de la cara luminosa de la vida es preciso conocer también la más sombría. Eso es justamente una existencia plena que forja el carácter y desarrolla el criterio a través del contraste.
Disfrutan de los pequeños detalles, y mantienen su capacidad de asombro ante las nuevas situaciones.
Son creativas, no se obcecan en una única solución, y exploran nuevos caminos para alcanzar sus metas de forma innovadora.
No intentan controlar las situaciones, pues saben que eso provoca estrés, malestar y frustración. Comprenden que lo natural es no tener el control, puesto que los sucesos de deben a causas muy complejas, y saben que eso no debe generar incomodidad.
Afrontan la adversidad con humor. La risa y la sonrisa les permiten mantenerse optimistas. Saben que quien sonríe, aún sin haber motivo para ello, invita a su mente a sentirse bien, y el flujo hormonal que se genera refuerza esa sensación de bienestar.
Son perseverantes, y pese a ser flexibles no renuncian a sus metas. Les caracteriza su capacidad de lucha, la contumacia y el fervor por lo que hacen.
Saben cuando deben cambiar el rumbo, no luchan contra imposibles y se alían con fuerzas favorables sin renunciar a sus valores.
Buscan la ayuda de los demás para superar las amenazas, y establecen alianzas, que pueden ser duraderas, para lograr las metas desde el compromiso.
Saben que por grande que sea la adversidad, no es más que una prueba necesaria, y siempre habrá una nueva oportunidad a la que llegará fortalecido por la experiencia.
Dentro de poco, la crisis sanitaria será un mal sueño, volverá la luz a los parques, la vida bullirá a nuestro alrededor con la pasión de siempre, y nosotros seremos aún más fuertes.
Javier García San Vicente